La casualidad hizo que una nueva empleada de limpieza entrara a trabajar en mi oficina el año pasado. Emi (de Emilia) un buen día me preguntó de qué conocía yo Casas de Fernando Alonso (un pueblo de la provincia de Cuenca) ya que me había escuchado que me iba a pasar unos días a la casita que tengo allí. Resultó que Emi también tenía una casa en dicho pueblo, y más concretamente en la misma calle y por tanto éramos vecinos de segunda residencia a unos 200 km de Valencia.
Conocedora por las conversaciones que oía mientras realizaba su trabajo un buen día me comentó que en el pueblo tenía su marido una maqueta de trenes que le habían regalado hacía años. Así que la conversación derivó en eso de “cuando vayas al pueblo te enseño la maqueta”.
Más o menos un mes después coincidimos en el pueblo y allí que se presentó en mi casa su marido para que fuera a ver la maqueta, cosa que hice enseguida. Mi “pequeña” decepción fue ver la maqueta, que consistía en un tablero forrado de plástico y un circulo de vías 3N de Ibertren clavadas en la madera. En la foto podéis apreciar la maqueta después de quitarle las vías.
foto 1
El marido de Emi me preguntó si podía poner el tren en marcha y me dejó la caja donde guardaba el tren. Le dije, que primero vería si la locomotora funcionaba, porque si el motor estaba quemado no merecía la pena el esfuerzo por lo difícil que es conseguir repuestos de esta marca al hacer tantos años que dejó de existir.
Ya en casa, lo primero que hice fue probar la locomotora y, afortunadamente, el motor giraba con algo de esfuerzo, pero estaba en buenas condiciones. Mi primera intención fue desclavar las vías, limpiar el tablero, volver a poner las vías en su sitio, limpiar la locomotora, engrasarla y devolverle el material funcionando.
Pero…..
Uno no es modelista por obligación, sino por devoción. Devolverle la maqueta prácticamente tal cual me la entregó me pareció poco, así que pensé en ponerle un bastidor a la madera, ya que ésta se doblaba y deformaba la vía, así que me fui a Leroy Merlin y compré unos listones para hacerle un bastidor.
foto 2
Le puse la vía para probar y, ya puestos, le hice a la vía una base de corcho para amortiguar el ruido del tren al circular.
foto 3
Antes de pegar el corcho al tablero procedí a pintarlo de gris oscuro y una vez seca la pintura lo pegué al tablero como veis en la fotografía.
foto 4
Y una vez que la vía estuvo puesta, procedí a probarla con material propio, siendo su resultado satisfactorio. Para ello tuve que soldar el carril central de la vía 3N, pues ésta es la parte más débil de este sistema, porqué por oxidación de sus contactos deja de conducir la corriente con el paso del tiempo.
Tras comprobar que el tren no se paraba ni descarrilaba en ningún sitio, llego la hora de empezar con la locomotora, una Alsthom 276 con colores Talgo con bastante señales de uso.
Totalmente reseca por no haber sido utilizada en muchos años, procedí a su desmontaje y a limpiarla con un líquido desengrasante especial que no ataca los plásticos.
Con la ayuda de una buena lupa, limpié las pequeñas fibras que estaban incrustadas en los ejes de la locomotora y que impedían que girasen suavemente.
Tras el desengrasado y la limpieza, las piezas quedaron listas para su montaje.
Una vez engrasados los ejes, motor y piñonería, la locomotora quedó lista para su prueba.
Y tras comprobar que la locomotora funcionaba correctamente, pensé en devolverle ya la maqueta a su dueño, pero….
Somos modelistas por devoción, así que me dije: “¿Y si decoro un poco el circuito, que se note que soy de la AVAF?
Y dicho y hecho, empecé a hacerle un tunel a la maqueta. Para ello hice unos laterales de contrachapado dejando una apertura para poder meter la mano por si descarrilaba o sucedía algo dentro del túnel, y con una malla mosquitera de aluminio, hice la base, quedando así:
Las bocas de los túneles, así como todo el material de decoración que utilicé en la maqueta, son de recuperación de maquetas viejas, porque una de las premisas era hacer la maqueta lo más barata posible.
El recubrimiento del túnel lo hice con papel de falla, técnica que me enseño Rafa y que he utilizado desde entonces por su comodidad, bajo precio y la dureza que adquiere el cartón una vez seco.
Al otro lado de la maqueta hice una trinchera. En este caso utilice corcho blanco recubriéndolo con cartón de falla.
Para la decoración y pintado de la maqueta conté con la ayuda de mi amigo Rafa, ya que al ser yo daltónico no puedo distinguir bien los colores y necesito ayuda de gente que los vea bien.
A la montaña le añadimos algunas rocas simuladas para poner algo de árboles en ellas. También dibujamos unas calles y una carretera.
Y el resultado final fue…
La maqueta no es nada del otro mundo, incluso de un nivel bajo para el nivel que tienen muchos modelistas de la AVAF, pero a mí me gustó mucho como había quedado. Es una maqueta de las de catálogo, vistosa y con mucho colorido, sin parecerse en nada de la realidad.
La maqueta se ha construido, como ya he dicho, con material de recuperación de maquetas antiguas y lo único que compré fueron los listones para el bastidor. Lo demás ya lo tenía yo en mi “almacén de trastos”.
Y llegó el momento de la entrega a su dueño. Naturalmente los cité en la AVAF para que vieran lo que tenemos en el local social. Se quedaron totalmente maravillados de las maquetas y de la decoración del local, pero cuando por fin vieron la maqueta, simplemente no se lo creían. Todo era preguntar si esa era su maqueta. Y si, era su maqueta con un pequeño toque mío y de Rafa.
Unos días después, Emi me mandó esta foto de su marido jugando con la maqueta en el comedor de su casa.
Texto y fotos: José Joaquín Godoy. Paterna Julio – Septiembre 2022.