Raymond Loewy (París, 5 de noviembre de 1893 – Montecarlo, Mónaco, 14 de julio de 1986) fue uno de los diseñadores industriales más conocidos del siglo XX. Aunque nacido y criado en Francia, desarrolló casi toda su carrera profesional en los Estados Unidos, donde tuvo una influencia muy importante en incontables aspectos. Se le considera el padre del diseño industrial moderno.


Entre sus contribuciones a los iconos de la vida moderna se encuentran el logotipo de la empresa petrolífera Shell, los autobuses Greyhound, la locomotora S-1, el paquete de cigarrillos de la marca Lucky Strike, los frigoríficos Coldspot y el vehículo Studebaker Avanti. Diseñó locomotoras del tipo Streamline, todo un icono del diseño más vanguardista aplicado al ferrocarril.

imagen:  Locomotora K4s Pacific 3768, 1936 || autor:  Desconocido

En 1937, Loewy entabló relación con el Ferrocarril de Pennsylvania (Pennsylvania Railroad) (PRR). Sus más notables trabajos incluían carenados para locomotoras. Realizó el diseño de una cubierta aerodinámica para las locomotoras de la clase T1, S1 y K4s Pacific 3768, destinadas a encabezar el Broadway Limited, el tren insignia de la compañía, entre Nueva York y Chicago, en 1938. Además de la locomotora, Loewy personalizó el interior del tren, basado en motivos del PRR. Presentó el esquema de pintura con dos tonos de marrón y oro para el exterior de los vagones, conocido ese esquema de pinturas como «Flota de modernismo» («Fleet of Modernism»), que incluían otros nuevos trenes del Pennsylvania. A este proyecto le siguió el carenado de la locomotora experimental S1 y, posteriormente, de la clase T1. A pesar de no diseñar la forma de la famosa locomotora eléctrica GG1, Loewy mejoró su aspecto recomendando soldaduras y pulidos, en lugar de piezas remachadas, y una pintura con rayas para resaltar sus suaves y redondeadas formas, ideando las Cat Whiskers (bigote de gato). Al mismo tiempo que llevaba a cabo estos sofisticados diseños, su estudio realizó toda clase de proyectos para la PRR, incluyendo diseños de vagones de pasajeros, estaciones, material impreso y mucho más.

imagen:  Locomotora S1, 1942 || autor: laslocomotoras.blogspot.com

EL LEGADO

Raymond Loewy sentó las bases de una filosofía. Las marcas empezaron a ser conscientes de que el diseño de los productos influía en la decisión de compra. Los electrodomésticos o los automóviles no solo se presentaban como productos útiles y fiables, sino que también la estética tenía un valor añadido que el consumidor valoraba. Las marcas empezaron a ser conscientes de que el diseño era una seña de identidad que las diferenciaba de la competencia y las identificaba ante el consumidor. Y la estética, el diseño, no quedaba relegado a productos de lujo solamente al alcance de los niveles de renta más altos, como había sucedido hasta entonces con los automóviles. También los productos de consumo más populares podían ser competitivos en ese aspecto. Unos productos que, en la década de los 40 y los 50, promocionados por una agresiva publicidad, dinamizaron el mercado e hicieron crecer la economía norteamericana mediante el acceso a créditos fáciles y la posibilidad de endeudamiento. Esta forma de entender el consumo también llegó a Europa, y, con cierto retraso, a España, en los 60 y los 70.

imagen:  Locomotora T-1|| autor:  Juan Manuel Grijalvo

La estética aerodinámica perduró, durante décadas, en ferrocarriles, automóviles, electrodomésticos e, incluso, arquitectura. Reflejaba el dinamismo de una época caracterizada por la velocidad, los desplazamientos cada vez más rápidos, la modernidad y las películas y los cómics de ciencia ficción.

En el aspecto ferroviario, la influencia de la serie Streamline fue larga y fructífera. Las locomotoras diesel norteamericanas de los años 50 recogen en su diseño los principios básicos de las líneas aerodinámicas, como en la serie 1600 de Renfe. En Europa, paralelamente, en los años 30 también de desarrollan las mismas ideas, como sucede en las locomotoras carenadas alemanas de los años 30 o en el “Hamburgés Volador,” posteriormente desarrolladas en, por ejemplo, los automotores franceses de la serie ABJ; o los Fiat, en España la serie 595. Y así hasta llegar a las 350 y 352 destinadas a arrastrar los primeros Talgo. Naturalmente, el propio Talgo no es ajeno a esta influencia.

Los principios estéticos del diseño moderno guardan una estrecha relación con otras artes, como es el caso del Futurismo, en pintura y escultura. Pero quizá donde podamos ver en Valencia un paralelismo más interesante es en la arquitectura que nos dejó Francisco Javier Goerlich, especialmente en los edificios de principios de los 40, donde dominan las líneas redondeadas, dinámicas y futuristas, como el Colegio Mayor Luis Vives o las edificios Martí-Cortina y Zaragozá, sitos en la Avenida del Oeste, números 35 y 43, respectivamente.