Continuando con nuestro repaso a aquellos entrañables trenes que pasaron a la historia con el sobrenombre de animales, recordaremos en esta ocasión algunos automotores y una pequeña locomotora de maniobras. 

En ocasiones no se conoce con certeza el origen de los sobrenombres, que incluso varían dependiendo de la zona geográfica donde estuvieran en cada momento, o han cambiado a lo largo del tiempo.

PINGÜINOS

Eran los automotores eléctricos de la serie 433, fabricados entre 1934 y 1957. Sus colores de origen en la compañía Norte eran crema y marrón. Después fueron repintados en colores RENFE verde-plata en los años 60 y  en azules en los años 70-80.  

No se sebe con certeza el origen del nombre de “pingüino”, aunque unos hacen referencia al balanceo del automotor, o su parecido a la cara de dicho animal en sus colores de origen. Entre los ferroviarios de Madrid era más conocidos como “chispas”, y en Bilbao como “talguilllos”.

Desde la fabricación de las primeras series en 1934,  estuvieron  dando servicio ininterrumpidamente hasta los  años sesenta, en que comenzó  la retirada de estas unidades. 

En 1965 desaparecieron de Barcelona, en 1972 de Madrid, en 1977 de Burgos, en 1979 de Miranda, en 1982 de Alsasua y de Irún y de Orduña en 1984. 

Por fin, el 15 de marzo de 1991, el coche motor 433-338 fue el encargado de poner fin a los más de sesenta años de vida activa de «las trescientas”.

El PIOJO VERDE

El “piojo Verde” era un pequeño automotor de vapor, único modelo de España, fabricado por las casas inglesas Sentinel y Cammell.

Empezó su servicio en 1929 en la compañía ferroviaria de Zafra a Huelva, y lo prolongó durante más de 30 años por las líneas andaluzas, hasta su finalización en 1960, dando servicio ente Sevilla-Santa Justa y Sevilla-San Bernardo.

Inicialmente estaba matriculado XF 1001 cuando empezó a prestar servicio entre Zafra y Huelva. Al pasar a RENFE fue renumerado como 9091. Aunque su pintura original era verde, a finales de los 40 fue repintado en crema y rojo, típico en los automotores de la época.

En la postguerra se volvió a pintar en verde, con una franja amarilla, y empezó a conocerse como el “piojo verde”, posiblemente por el piojo que transmitía el tifus en aquella época, sobrenombre posiblemente no muy acorde con el gran cariño que le tenía la gente a este peculiar automotor.

En la actualidad, es una de las piezas del fondo histórico del Museo del Ferrocarril.

Foto de 2014 en Venta de los Baños para su restauración.

LA  CUCO

Es una pequeña locomotora 020 de la que se encargaron 10 unidades para la compañía MZA, numeradas de la 601 a la 610. Fueron fabricadas en 1885 por la Société Anonyme des Hauts Fournaux, Usines et Charbonnages de Marcinelle et Couillet (Couillet, Bélgica).

Al pasar de la compañía MZA a RENFE fueron renumeradas con la serie 020-0231 hasta la 020-235.

Se  la conoce  como la “CUCO” por el simpático sonido que producía la locomotora al actuar sobre el freno.

A la “CUCO” 020-0231 aún se la pudo ver trabajando en 1966 en la playa de vías de la estación de Alicante. En 1978 pasó a manos de la colección del futuro Museo Nacional, donde se colocaría en un pedestal, en el que aún sigue, en la puerta de la estación de Delicias, en Madrid.

Recientemente, en diciembre de 2021, el Museo del Ferrocarril de Mora la Nova ha terminado de restaurar y poner en funcionamiento la Cuco MZA 601, que resplandece con sus colores originales. 

Existen más unidades de la locomotora “CUCO” repartidas por la geografía española.

EL PÁJARO AZUL

imagen:  Pájaro Azul cerca de Sagunto años 60 || autor:  Colección Francisco Llabata

Los automotores Ganz de RENFE fueron desmotorizados y convertidos en coches. De esta acción salió una composición formada inicialmente por varios coches arrastrados por locomotoras 030 de la antigua compañía Central de Aragón.

La composición dio servicio de cercanías en Valencia hasta 1980.

La denominación de “pájaro azul” viene dada por el color de su color azul en el momento de su conversión, y por su rapidez, en alusión al “Blue bird”, coche azul de la época que tenía el récord de velocidad en tierra, conducido por el piloto de carreras Malcolm Campbell.

En 1958 los coches fueron pintados en verde y, poco a poco, el nombre de “pájaro azul” fue dejando paso al de “zeppelines”.

Tras un intento de que formaran parte del futuro museo del transporte de Valencia, por una serie de desafortunadas causas acabó desguazado y comenzó el mito del “pájaro azul”.

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Juan Antonio Bleda. Enero 2022.